PROLOGO.
El presente trabajo son opiniones personales, con algunas informaciones obtenidas en publicaciones masónicas prestigiadas. Refleja también la experiencia del autor que por razones profanas residió y viajó a diversos países del continente americano y varios de Europa, lo que le permitió en el ámbito masónico participar en un centenar de Logias en importantes organizaciones masónicas de todas las tendencias, siendo miembro honorario de algunos Talleres en diversos países.
La actividad masónica internacional me permite hacer algunos comentarios y planteamientos concretos, basados en documentos e ideas de distinguidos hermanos, con los cuales he compartido, especialmente en las Grandes Logias de Argentina, Chile, Francia y Equinoccial del Ecuador, también en los Grandes Orientes de Francia e Italia.
LA FRANCMASONERÍA.
Se han escrito miles de obras acerca de la Masonería y todas ellas han tratado de explicar qué es, problema que se ha transformado en algo difícil de precisar. Por esto, lo que a continuación expongo, es la caracterización de algunos de sus rasgos más típicos, que creo pueden interesar a los lectores. Ruego a todos que, de manera alguna, consideren que el tema queda agotado y recuerdo que estas opiniones son presentadas desde mi modesto punto de vista.
Conocer a la Francmasonería en lo que podríamos llamar sus formalismos, entendiendo por tales sus principales ritos, rituales, liturgias y principios, no representa dificultad alguna. Cientos de obras están a disposición de quien desee conocerlas en librerías y bibliotecas, obras que incluso contienen los gestos, signos o ademanes según los cuales, de acuerdo a las creencias públicas, los masones se reconocen entre sí. El mal llamado secreto o hermetismo masónico no es tal.
El verdadero secreto no se encuentra en libro alguno, ni siquiera es posible transmitirlo oralmente, pues es una vivencia íntima que sólo se conoce cuando se ingresa a la Orden, cuando se convive con otros seres de ideales comunes, cuando se percibe el goce de la práctica de principios que cada masón siente de un modo particular, aunque los estímulos sean los mismos.
Ese es el secreto: la vibración espiritual, fruto del cariño hacia ideas y postulados perennes de enaltecimiento de todo lo bueno y lo bello, creado por este ser tan imperfecto, pero perfectible, que es el hombre.
Algunos secretos, si es que así pudiéramos llamarlos, de tipo práctico, responden a situaciones históricas y concretas de un determinado momento y lugar.
Es importante aclarar que cualquier masón puede revelar su calidad de tal, pero no le es permitido revelar la de los demás. Este compromiso se debe a que, no pocas veces, antes y ahora, personas que sí obedecen a consignas y órdenes de tipo sectario, desprestigian a la Francmasonería y, por consecuencia, sus miembros deben velar su condición masónica para evitarse postergaciones, expulsiones y perjuicios en su diaria actividad.
También nos reunimos en el interior de nuestros Templos, mejor dicho en los “Talleres de Ideas”, cerrados a la curiosidad de los profanos. Pero este hecho, nadie, honestamente, podría calificarlo de malo o ilícito. Solo ejercitamos el inalienable derecho de reunirnos libremente. Lo mismo que hace cualquier familia que se junta en la intimidad de su hogar, para convivir o para tratar asuntos que le atañen, sin que por ello pudiera pensarse que se ejecuta un acto nocivo.
Con las personas serias, honestas y bienintencionadas, no tenemos secretos; prueba de ello es que hemos abierto las puertas de los Templos, en nuestras reuniones llamadas Blancas y en visitas públicas, para que vean qué somos, quiénes somos, dónde y para qué nos reunimos.
Tampoco tenemos sanción alguna para quien revele los pretendidos secretos masónicos o traicione los principios de la institución. Ya dijimos que el verdadero secreto masónico es irrevelable.
Quien haya llegado hasta nosotros puede abandonarnos cuando lo desee, sin más pedido de nuestra parte que el de hacerlo de la misma forma caballerosa con la que lo invitamos a ingresar.
Los francmasones deben cumplir con la labor que se les ha designado; expresado de una mejor forma, deben cumplir con la tarea que libre y voluntariamente han aceptado realizar, labor que se sintetiza así: perfeccionarse a sí mismos y a la humanidad; buscar incesantemente la verdad; promover el conocimiento de sí mismos y del hombre, en el medio en que vive y convive, para alcanzar la fraternidad del género humano.
No resulta extraña, entonces, la frase que dice que la Francmasonería “está fundada en el sentimiento de la fraternidad”, concebida ella, como práctica no circunscrita al círculo estrecho del templo masónico y a las personas más allegadas a los masones, sino como una práctica universal, que una a todos los hombres, no importando credos o rangos sociales.
El masón puede adherir a la creencia religiosa, o a la corriente o partido político que sea de su agrado, o puede no tener religión ni militancia política. Lo que sí pide la masonería, es el estudio de todas las ideas o ideologías religiosas, políticas, filosóficas, etc., en la medida en que ellas constituyen intentos de interpretación de la realidad y del mundo en que el hombre vive. La Orden entiende que, en este campo, las preferencias se dividen, por cuanto la ciencia no ha llegado a conclusiones de validez universal y, por tanto, es lícito enrolarse en cualquiera de las tendencias que se disputan el mundo de los creyentes religiosos, partidos políticos o escuelas filosóficas. Ninguno de ellos es poseedor absoluto de la verdad.
Pide, así mismo, respeto por las ideas de los demás, lo que no implica claudicación de posiciones, pero sí el ánimo de confrontarlas en el más alto nivel, exento de dogmas y fanatismos, alejando de sus reuniones las discusiones de política partidista o sectarismo religioso; no niega, por el contrario, estimula el análisis de todas las corrientes de pensamiento.
Practica la tolerancia e incita a sus adeptos a una actividad incesante en favor de su propagación, recogiendo las experiencias históricas que nos enseñan que toda vez en que se han impuesto por la fuerza algunas ideologías, el mundo ha conocido y sufrido los horrores propios de los crímenes, de las dictaduras, de las guerras y de las luchas fratricidas.
Estando en este orden de consideraciones, no puedo eludir referirme al Gran Arquitecto del Universo, denominación conocida exteriormente y por la cual se nos atribuye la adoración a un Dios creador. El GADU, no es ni más ni menos que un símbolo, por el que muchos ritos y logias que lo admiten, incitan a los hermanos a preocuparse del formidable problema de la existencia o inexistencia de un Dios, problema que nadie, sobre la base de la razón, y menos a la ciencia, puede resolver. En este símbolo, nuestros hermanos que profesan creencias religiosas podrán identificar alguno de los dioses de su particular fe y aquellos no creyentes verán en él la actividad material, algún principio físico, los estudios científicos como la teoría del Big Bang o la causa primera que ha dado origen al mundo.
Algunos escritos nuestros dicen que la francmasonería, a través de sus miembros, proyecta sobre la sociedad humana la acción bienhechora de los valores e ideales que sustenta. Jamás la Orden, como institución, se ha comprometido en acción alguna. Son sus miembros, interpretando los principios e ideales de la Orden, quienes procuran realizar acciones concordantes con ellos.
La acción masónica es selectiva, no de masas, es individual. No hay órdenes ni consignas: cada cual, conforme a su más recto y leal entender, debe ocupar el lugar que su conciencia ilustrada elija, para concretar en hechos sociales la doctrina. No es extraño, sin embargo, que estos hombres con motivaciones comunes, tomen en un determinado momento de la historia, posiciones con una dirección convergente ante un problema político, económico, educacional, etc.
Esta falta de presencia institucional es la que, a algunos, hace pensar que la masonería ha perdido actualidad; quisieran verla envuelta en lides contingentes, partidistas, ideológicas o transnacionales.
Precisamente porque los principios masónicos no tienen ese tinte, se han mantenido y seguirán manteniéndose vigentes. El perfeccionamiento del hombre y de la humanidad; la búsqueda incesante de la verdad; el logro de la fraternidad del género humano; la desaparición de la intolerancia, el dogma y el fanatismo; la lucha por el imperio de la razón; la búsqueda de la justicia social; son aspiraciones válidas en todas las épocas y no se vislumbra cercano el día en que puedan alcanzarse. Solo entonces perderían vigencia.
No quiero que, por estas palabras, se obtenga el corolario de que la francmasonería es sólo una institución en la que personas de buena voluntad se reúnen a conversar de lo humano y lo divino, desconectándose de la sociedad en la que por suerte, o por desgracia, nos toca vivir.
Ninguno de los problemas que atañen al hombre de hoy deben ser ajenos a las preocupaciones del masón; más aún, “el masón debe estar en el centro de la encrucijada social y no al margen de ella”. Teniendo presentes los postulados básicos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, el masón ha de propugnar la justicia social, combatir los privilegios, defender la libertad de expresión y mantenerse en un lugar de avanzada en el proceso evolutivo e integrador del hombre y de la sociedad.
A los lectores del presente documento les corresponde deducir si es o no actual un ideario con éstos postulados.
TENDENCIAS DE LA MASONERÍA.
En la actualidad existen en el mundo varios Ritos Masónicos, me permito destacar, por lo que conozco, tres grandes tendencias, importantes y mayoritarias. Es sólo un breve resumen y me permito generalizar.
Una corriente es la que representa el Rito de York o mejor dicho el Rito Americano el que reúnen en sí el pragmatismo de los anglosajones, con gran influencia de las iglesias reformadas. Estos hermanos dan especial importancia a la filantropía: mantienen obras sociales, escuelas, hospitales, etc. Para ingresar a una de estas logias los candidatos deben, necesariamente, ser varones y además deben creer en Dios, en su voluntad revelada y en la inmortalidad del alma. La Biblia, a la que denominan Libro de la Ley Sagrada, siempre debe estar expuesta en sus trabajos.
Una segunda corriente es la que representan las logias tradicionales que practican principalmente al Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Estos talleres recogen en sus estudios todas las tradiciones antiguas y tradicionales. También analiza permanentemente la actualidad. Para ingresar a la mayoría de estas logias es necesario ser varón y, además, los candidatos a la iniciación deben aceptar un “Principio Superior, primera causa de todo cuanto existe”. Aclaro que en estos Talleres se admiten a los hombres que profesen cualquier religión o ideas filosóficas.
Pero, al reconocer la existencia de “un principio regulador absoluto e infinito”, aclaran que la RAZÓN HUMANA debe ser el único medio de investigación de la Causa Suprema y respeta el medio que cada cual adopte para explicárselo. En todo caso, se ha encontrado una fórmula de unión, a la que denomina Gran Arquitecto del Universo. La Biblia es considerada un importante libro de la cultura occidental.
La tercera corriente tiene su máxima representación en el Gran Oriente de Francia y las muchas logias que practican el Rito Francés y también el Escocés Antiguo y Aceptado. En sus principios y trabajos estos aproximan a la masonería con la ciencia, el progreso y la problemática social, a través de distintas fases que se van imbricando sucesivamente. Pueden no usan la fórmula del Gran Arquitecto del Universo, ni ritos que limiten absoluta libertad de conciencia. Sus miembros son mayoritariamente librepensadores, laicistas, agnósticos, escépticos o ateos. En esta tendencia hay logias de hombres, mixtas y de mujeres. La Biblia, en muchos de sus Talleres, no es parte del simbolismo.
Las logias de estos tres ritos cuando conviden en una misma Gran Logia, se influencian entre sí y toman las características que sus miembros estiman más conveniente.
Es importante señalar que existe una tendencia de quienes reconocen una importante cuarta corriente: la del Rito Primitivo, “reconstituido en América Latina en el siglo XX, en un proceso iniciado entre las dos guerras mundiales, sobre la base de los trabajos y archivos históricos de Silvestre Savitsky, uno de los últimos miembros de la Academia Francmasónica para Bielorrusia y Ucrania, así como del apoyo inicial y documentación proporcionada por la Academia Francmasónica Francesa”.
BREVÍSIMOS APUNTES de HISTORIA.
Para fijar una fecha aproximada del inicio de la Orden Masónica, hablamos de la baja Edad Media período que abarca desde los inicios del siglo XI hasta el Renacimiento, donde podemos situar la aparición de las corporaciones de trabajadores con el oficio de construir y luego se organizan las primeras asociaciones de los mismos, lo que podemos considerar como inicio de la llamada “masonería operativa”.
En el siglo XII especialmente en Alemania, Francia e Italia encontramos los llamados Gremios de Artesanos los cuales tenías categorías en base a sus conocimientos en tres clases: Aprendices, Compañeros y Maestros. Entre estos grupos nos interesa señalar a los Gremios de Constructores, llamados también de Masones, con albañiles como una nueva especialidad, los que fueron conceptuados como “Aceptados”.
Estos constructores junto a albañiles y picapedreros mantenían en secreto sus trabajos y fueron muy apreciados por la realeza, el clero y la nobleza para construir castillos y catedrales, todavía algunos de estos pueden ser admirados y visitados especialmente en Europa. Cuando terminaba la jornada diaria se reunían en lugares que llamaban Loggia, donde practicaban rituales, incluso con los jóvenes que aspiraban a ingresar al gremio.
Actualmente, reitero, llamamos a estos: “masones operativos”. Ellos utilizaban los instrumentos de construcción para el uso normal a que estaban destinados, pero daban a cada uno una interpretación simbólica de carácter esotérico, moral, ético y espiritual. Muy jerárquicos, tenían una organización gradual y manejaban conocimientos científicos y tecnológicos que guardaban protegidos por claves y métodos de reconocimiento en el mayor secreto.
Pero este secreto para poder construir obras monumentales fue conocido en los centros de estudio y algunos miembros de la masonería operativa resuelven pasar a lo que ahora llamamos “masonería especulativa”, es decir iniciar la construcción del “templo interior” de cada uno de sus miembros.
En lo que respecta al inicio de la Orden actual, es decir al cambio entre el periodo operativo al periodo especulativo o filosófico de la masonería fue, al decir de textos históricos, más notorio en Inglaterra. La logia de San Pablo, de Londres, acordó en 1703 que en lo sucesivo los privilegios de la orden no serían patrimonio exclusivo de los constructores y que otras personas de distintas profesiones o actividades también podían ser iniciadas en la confraternidad.
Esta determinación cambió el perfil de la masonería, dándole a partir de entonces un carácter más bien filosófico. Este segundo período comenzó sus actividades a partir de la creación de la Gran Logia de Inglaterra, ocurrido el día 24 de junio de 1717, cuando 4 logias londinenses que llevaban el nombre de las tabernas en que realizaban sus encuentros: “La Corona”, “El Ganso y la Parrilla”, “El Manzano” y “El Racimo y la Jarra”, se reunieron para formar una agrupación común.
También se acepta como fecha importante, por algunos historiadores, lo ocurrido en Edimburgo, el 28 de diciembre de 1598, donde se emitió el Estatuto y las ordenanzas que debían observar todos los maestros masones del reino, establecidas por William Schaw, Maestro de Obras del Rey Jacobo VI y Vigilante General de dicho oficio, con el consentimiento de los maestros participantes.
PROPOSICIONES COMO APORTE A LA ACTUALIZACION DE LA ORDEN.
Para cumplir con el llamado mayoritario de innumerables miembros de la Orden en el sentido de superar las palabras y las buenas intenciones, para dar al trabajo masónico “PRAXIS y TRASCENDENCIA”, aporto algunos argumentos.
La pregunta clave es: ¿cómo podemos ejercer, llevar a cabo o manifestar nuestros ideales, en el llamado mundo profano? Para ello esbozo una tesis, previa a una proposición.
Pensemos que ya sea por despreocupación, tibieza o simple comodidad, los principios masónicos no son bien conocidos y vivenciados por nosotros, más preocupados del acontecer logial, del trabajo intelectual o del rico hacer fraternal. Por ello, el mundo se nos presenta como un desafío aventurado, al cual queremos responder de modo individual y, por lo tanto, parcial y deformado.
Entonces, nos ocurre que, necesitados de utilizar como herramienta unificadora el vago caudal que creemos reconocer como nuestros principios, éstos, por un juego vengativo, se nos convierten en mera ideología. Y esta conversión de nuestros principios en ideología nos aísla del mundo real, porque creemos vanamente que nuestra vaga ideología termina por identificarse con el mundo; lo que no sólo resulta efectivo, sino a menudo opuesto y contradictorio, pues sólo sugerimos y no demostramos.
Como resultado, los masones y nuestras instituciones fundamentales, las Logias, carecemos de planes concretos, de finalidades y objetivos sólidos para el ejercicio de una praxis en el mundo.
Y esta falta de objetivos se manifiesta, no tan sólo en la exigua o inexistente praxis o acción logial, sino que, muy a menudo, y esto es lo más dramático, no colabora siquiera con el desarrollo individual y social del propio hermano masón. El resultado es que llegamos a nuestra logia, semanalmente, a intercambiar nuevas reflexiones, meramente ideológicas, sobre nuestro ser y existencia.
Una praxis, por otra parte, se funda, para ser efectiva y cierta, en la ciencia que analiza y descubre la realidad y que es capaz de abrir nuevos caminos, al develar lo desconocido. Terminada la tesis, volvamos a la realidad.
Aspiramos a una Sociedad Masónica con ayuda de las ciencias, es decir, un Templo Universal para el futuro inmediato del hombre.
¡Qué hermosa superación ocurriría, entonces, que los millones de actos personales, valiosísimos, de los hermanos, se convirtieran, y adquirieran, el valor de ejemplo social, a pesar de ser aislados o modestos!
La Orden tendría, entonces, ese lugar de avanzada que claman los hermanos, y no tendríamos que exigir a la Gran Logia que se pronuncie sobre temas profanos, como si la Gran Logia no fuésemos nosotros mismos.
Propongo cinco caminos para una acción inmediata en el mundo extramural.
1. El personal de cada masón, en su propia área de ejercicio vital y junto a la educación del país en que vive, en cualquiera de sus ramas, entregando todo su saber. Sólo el conocimiento salvará al hombre.
2. La acción de las Logias, ejerciendo expresiones y llegando al mundo con sus trabajos en relación a la sociedad en que convive.
3. La presencia institucional, mediante el empleo de los medios de comunicación modernos, a través de programas y documentos, preparados masónicamente, pero de interés público.
4.- El respaldo a las organizaciones librepensadoras que actualmente se expresan en todo el mundo.
5. La creación de nuestros propios centros de altos estudios, en que los profanos tengan libre acceso y donde se traten los temas fundamentales de la vida, debiendo considerar que el mundo sería mejor si somos hombres y mujeres libres; fraternos; con iguales derechos ciudadanos; combatiendo el error, la mentira y el dogma; exigiendo tolerancia y justicia social; integración plena de los pueblos originarios; democracia real y participativa; defensa del medio ambiente; respeto a los derechos humanos; castigo a los responsables de las atrocidades que afectan a los Derechos Humanos; una nueva sociedad que integre efectivamente a la mujer, a los adultos mayores y minorías de cualquier tipo; combatir el imperialismo económico, es decir, luchar por: el término de la pobreza, la segregación, la intolerancia, el predominio religioso, el abuso de los poderes económicos y las discriminaciones sociales.
CONCLUSIONES.
Pero previo a todo, debemos dar un primer paso: intentar la búsqueda, en nuestras logias, de acuerdos para una acción, con éste o con cualquier proyecto.
¿Tenemos verdaderamente un concepto de grupo?
¿Somos auténticamente solidarios?
¿Nos prestamos ayuda en lo intelectual?
Como ustedes ven, los problemas son múltiples.
Pero no deseo dejar la impresión de que los masones somos lo mejor y más selecto de la sociedad, pero es nuestra aspiración lograr la mayor aproximación a ello. Somos humanos, nos equivocamos por nuestras imperfecciones, pero igualmente, aspiramos a reconocer los errores en que hayamos incurrido, a no repetirlos y a remediar el daño que hayamos podido causar.
Finalmente, y por el momento, ¿qué es lo que se puede esperar de la Francmasonería?, mejor dicho, de acuerdo al contexto de este trabajo, ¿qué se puede esperar de los masones de hoy, en esta sociedad?
Se puede esperar la lealtad inquebrantable a los principios expuestos, lo que implica que cada masón debe ser combatiente contra el mal y el error, agente activo de todo lo que promueva paz, amistad y bienestar para la humanidad.
Se puede esperar de cada masón, la acción constructiva para edificar un mundo en que predominen los mejores valores éticos, en el que cada cual se sienta hermano de su semejante y en el que la libertad y la igualdad lleguen a ser patrimonio del rico y del pobre, del blanco y del negro, del humilde y del poderoso, del fuerte y del débil, del intelectual y del obrero manual.
A.V.L.