El encuentro de Manuela Sáenz con Giuseppe Garibaldi y Simón Rodríguez en Paita

Ella establecida en su último refugio, un pequeño puerto peruano llamado Paita, donde Garibaldi la visitó, decide escribirle su vida militar y política, amorosa y anecdótica junto a Bolívar.

“Y yo les pregunté por Manuelita, pero ellos no sabían el nombre de las flores. Al mar le preguntamos, al viejo océano. El mar peruano abrió en la espuma viejos ojos incas y habló la desdentada boca de la turquesa”.
Pablo Neruda

El libro: “Simón Bolívar visto Manuela Sáenz”, del doctor Félix Giraldo, cuyo contenido es un conjunto de cartas que le escribe Manuela Sáenz a Giuseppe Garibaldi, solicitadas por él, después de su encuentro en Paita, con el fin de que le contara su vida al lado de Bolívar.

Ella establecida en su último refugio, un pequeño puerto peruano llamado Paita, donde Garibaldi la visitó, decide escribirle su vida militar y política, amorosa y anecdótica junto a Bolívar.

Las cartas fueron encontradas por Juan Pablo Llinás quien escribe en la corta introducción: “Mientras hacía estudios sobre historia, en Roma, un archivero local nos ha pedido revisar parte del legado de Giuseppe Garibaldi. Con sorpresa dimos con unas cartas de Manuela Sáenz dirigidas al militar italiano. Los grafólogos consultados luego con las habidas en Lima y Quito convinieron en admitir su autenticidad”.  Tales documentos han sido publicados por la Universidad Simón Bolívar, Barranquilla, en noviembre, 2008.

Ha escrito Roberto Palmitesta, en la revista Analítica (25 de septiembre 2020): “Obligado, Garibaldi, otra vez a exiliarse en el Nuevo Mundo, estuvo primero en los Estados Unidos (cosiendo velas de barcos para ganarse la vida), para luego seguir rumbo al Perú donde pensaba ejercer su oficio de capitán de navío. En una providencial escala que hizo en Paita, pequeño puerto peruano, se enteró que allí se encontraba otra exiliada, Manuelita Sáenz. La entrevista de Garibaldi con Manuelita (quien tenía entonces 54 años, pero sufría de parálisis) aparentemente tuvo lugar durante una visita que también le hiciera el maestro Simón Rodríguez, quien vivía austeramente en un pueblo a escasa distancia de Paita y visitaba a Manuelita con cierta frecuencia. Relata con especial cariño el biógrafo Víctor Von Hagen, en su obra “Las 4 estaciones de Manuela Sáenz”:

“Juntos pasaban sus años invernales estos dos enamorados de Simón Bolívar; juntos leían las cartas que les hablaban del pasado. Y así estaban un día de 1851, cuando un caballero distinguido… preguntó por la Libertadora… Se llamaba Giuseppe Garibaldi.”

Con razón dijo de él Rubén Darío: “Prodigioso mosquetero de la Libertad y aventurero de la Gloria”, reconociendo su labor revolucionaria en Italia y Suramérica.

Cuenta Garibaldi en sus Memorias (publicado por Alejandro Dumas con permiso del autor, París, Levy, 2 vol., 1860) el encuentro con Manuelita Sáenz: “Desembarcamos en Paita, donde pasamos el día. Fui amablemente recibido en la casa de una afectuosa dama que estaba clavada al lecho, por un ataque de parálisis que le impedía el uso de sus miembros (piernas, se había dislocado la cadera); pasé la mayor parte del día en el sofá, junto al lecho de la dama…Doña Manuelita era la más amable y cortés matrona que haya visto jamás. Había disfrutado de la amistad de Bolívar y conocía los más minuciosos detalles del Gran Libertador. Ya que el visitante dominaba el español, la conversación entre los tres ilustres personajes (Manuela Sáenz, Simón Rodríguez y Giuseppe Garibaldi) debe haber sido muy fluida y animada. Cabe ahora usar nuestra imaginación para especular acerca de la impresión que debe haberle causado a Garibaldi este conocimiento íntimo de la gesta libertadora. Seguramente Simón Rodríguez lo entusiasmaría con los detalles del viaje que hicieron ambos a Italia a principios de siglo y el profético juramento del joven patriota en el Monte Sacro. En esos emotivos momentos, debe haberse sentido una gran fraternidad entre los tres revolucionarios, con el alma de Bolívar presente -en la misma habitación- en las cartas escritas de su puño y letra a la amada Manuelita, y en el ambiente de una de las naciones liberadas por el estadista venezolano”. Estos son los créditos más plausibles de tales encuentros.

PORTAVOZ – El diario de todas las voces –
México.

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