En una de sus novelas Agata Christie hace decir a su distinguido detective Hercules Poirot:
“A la gente hay que dejarla hablar, porque – finalmente – siempre terminan diciendo la verdad”.
Esto es válido para la siguiente afirmación expresada en el seno de un reciente encuentro internacional de psicoanalistas: “Otro colega hace un paralelo entre la masonería y el comité secreto de la Internacional Psychoanalitical Association…” (1)
JUNG Y LA ORDEN MASONICA
Carl Gustav Jung (1875/1961, creador de la Psicología Analítica ) fue hermano masón y alcanzó el grado de maestro. Tal pertenencia a la Masonería Universal (sobre la que poca documentación histórica hay al alcance del mundo profano) ayuda – cual verdadero hilo de Ariadna – a entender algunos de los reales motivos – usualmente ocultos – de algunas de sus conductas y actitudes que todavía siguen siendo motivo de investigación y análisis para conseguir entender cabalmente uno de los momentos constitutivos y más apasionantes de la historia de la psicología del siglo XX. A nuestro juicio jamás podrá comprenderse cabalmente lo ocurrido sin atender al hecho de su pertenencia a la orden masónica, lo realizado en ella y como mucho de lo aprendido en el campo iniciático fue volcado tanto en su vida así como en sus obras.
Es correcto que resulta muy difícil constatar en forma directa lo que aquí enunciamos. Ante todo, tengamos en cuenta que si bien algún material documental hubo, en su mayoría se perdió, fue destruido accidental o intencionalmente o todavía está guardado siguiendo ancestrales procedimientos.
Hoy, la Masonería se define como “discreta”; pero tiempo hubo en que necesitó ser “secreta” como cuando fue perseguida – por el fascismo, el nazismo y el franquismo – y sus miembros (y familiares) asesinados, torturados o, en el mejor de los casos, encarcelados en condiciones lacerantes.
De la relación de C. G. Jung con la Masonería, el dato más frecuente que puede hallarse es respecto de su abuelo – Carl Jung, médico cirujano de la Universidad de Basilea – quien fuera Gran Maestre en Suiza.
Como para cualquier investigador avezado son innegables las múltiples huellas masónicas e iniciáticas que se encuentran en la vida y obra de este notable hombre, hay los que concluyen afirmando que se deben a “influencias” de su abuelo. Es decir, que su abuelo paterno le habría transmitido en conversaciones y lecturas dichos saberes y conocimientos. Lo que a nuestro parecer es altamente improbable.
Pero, aún así, cuando las pruebas concretas no están al alcance de todos, igualmente es posible investigar a través de indicios y datos que surgen de hechos que, a ojos profanos, han de pasar inadvertidos.
LABRAR LA PIEDRA BRUTA
Labrar la piedra bruta es una manera simbólica de manifestar el deseo que todo buen masón tiene, permanentemente, por desarrollar su espíritu e intelecto, convertirse cada día en mejor persona. La imagen, utilizada actualmente en las logias, está tomada de los masones operativos, aquellos que trabajaban en las canteras y construían catedrales. Pero, sin dudas, procede de mucho antes porque, en verdad, es una idea funcional a la Alquimia: a medida que se hace la obra externa va aconteciendo la Obra interna. (2)
Estas consideraciones previas las hacemos para que resulte comprensible por qué pulir piedras que arrojaba el lago próximo a su residencia fue algo tan esencial y permanente en la vida de Carl G. Jung. Es más, al igual que aquellos originarios masones operativos, el sabio suizo construyó – en buena parte con sus propias manos – la Torre de Bollinghem; una edificación sin electricidad, ni gas, ni agua corriente que utilizaba para aislarse a veces por semanas, a veces por meses.
El estilo de la torre – erigida exclusivamente en piedra tallada manualmente – así como los símbolos grabados personalmente por Jung nos remiten directamente a un profundo conocimiento masónico.
Su capacidad para esculpir y tallar la roca no disminuyó con el paso de su vida. A los 75 años manejaba muy bien los materiales y la piedra.
Cuenta su discípula Marie-Louise von Franz:
“… me decía el hijo de un picapedrero de la comarca: ´Los albañiles no saben ya trabajar con piedra natural; pero el viejo Jung, allá abajo, junto al lago, sí que sabía aún como se maneja bien la piedra´”.
Von Franz, que trabajó al lado del sabio suizo, comprendió enseguida las dificultades que éste tenía para transmitir sus conocimientos. Advirtió que había un lenguaje “secreto” en muchos de sus trabajos. Ella entiende que “cuando descubrió a los antiguos alquimistas halló finalmente una forma con la que expresar y comunicar sus vivencias y convicciones más personales conectándose con una tradición histórica” (3). Desde nuestra óptica – y como se verá al final del artículo no somos únicos al pensar de este modo – el lenguaje junguiano es, esencialmente, esotérico e iniciático, por lo que en el mismo se encuentran claves alquímicas – es verdad – pero en ningún modo ajenas a las habituales del universo masónico.
EL CIRCULO ERANOS
De acuerdo a nuestras investigaciones – cuyas fuentes mantendremos en el anonimato pues así nos lo han requerido – el sabio suizo alcanzó el grado de Venerable Maestro; es decir llegó a la presidencia de una logia sobre cuyo nombre – también – mantendremos silencio.
Lo aprendido en esta tarea le permitió convertir a un encuentro anual, organizado y financiado por una holandesa, en una organización paramasónica dedicada a tratar aquellos asuntos que desde siempre interesaron a la Orden. Se trató del Círculo Eranos. Creado en 1932 y que siguió reuniéndose hasta 1988, casi tres décadas después de fallecido C. G. Jung.
Cada año, Eranos procuraba reunir destacados representantes de diversas culturas y disciplinas para ocuparse de un tema en especial. Las cuestiones que fueron tratadas en aquellos años realmente asombran; pues son los asuntos que hoy, ya en el Siglo XXI, siguen requiriendo respuestas. Investigar hacia qué dirección apunta la evolución humana, qué contexto le es propio al hombre, los condicionantes de la cultura o los procesos para una Europa unificada.
Los trabajos expuestos en cada ocasión fueron reunidos en la publicación Eranos Jahrbücher, cuya lectura muestra las nada comunes formulaciones y los todavía menos comunes tratamientos de dichos temas, que apuntaban al esclarecimiento de los modos de ser, de pensar y de sentir.
Para entender mejor qué era el Círculo Eranos y cuál la tarea desempeñada allí por C. G. Jung, transcribimos a Mircea Eliade:
“Este verano en Azcona se ha hablado mucho de Job y Yahvé; el último libro de Jung se llama, en efecto, Respuesta a Job. Como todos los años desde 1932, el profesor Jung ha pasado la segunda quincena de agosto en Ascona, a orillas del Lago Mayor, para asistir a las conferencias organizadas por el círculo Eranos. Algún día tendrá que escribirse la historia de este círculo tan difícil de definir. Fue Rudolf Otto quien le dio nombre: en griego, eranos significa «comida frugal donde cada uno aporta su parte». Eranos es la creación del entusiasmo, de la voluntad y de la perseverancia de la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn, holandesa educada en Inglaterra pero establecida en Ascona desde hace treinta años. Interesada por el simbolismo, apasionada por las investigaciones de Jung, la Sra. Olga Fröbe-Kapteyn se ha propuesto invitar todos los años a un cierto número de sabios para discutir un tema común desde la perspectiva de la especialidad de cada uno de ellos. Así, se han tratado temas tan diferentes como El Hombre y la Máscara , la Gran Diosa , la Meditación en Oriente y Occidente, el Tiempo, el Yoga, los Ritos, etc. La intención de Eranos consiste en considerar el simbolismo desde todos los ángulos posibles: psicología, historia de las religiones, teología, matemática e incluso biología. Sin dirigirlo directamente, Jung es el spirítus rector de este círculo al que ha comunicado sus primeras investigaciones sobre la alquimia, el proceso de individuación y, recientemente (1951), sus hipótesis concernientes a la sincronicidad. Un editor con coraje y clarividencia, el Dr. Brody, se ha encargado de publicar los textos de estas conferencias. Hoy en día los veinte volúmenes de Eranos-Jahrbücher constituyen con sus ocho mil páginas una de las mejores colecciones científicas referidas al estudio de los simbolismos.” (4)
Otra visión de lo que fue el Círculo Eranos la tenemos en los siguientes párrafos:
“La inmensa cultura de Jung, la amplitud de su mirada capaz de abarcar gran parte de la historia de la Humanidad , no sólo de Occidente sino también de Oriente, procedió de sus propios estudios, de sus viajes, pero también del encuentro anual, desde 1933 hasta su muerte en el lago de Ascona, con los mejores estudiosos de las más diversas tradiciones espirituales. Si bien Jung era el espíritu rector del grupo Eranos, cuya historia está aún por descubrir pero de la que ya están apareciendo monografías (así, por ejemplo: Steven M. Wasserstrom, Religion after Religion. Gershom Scholem, Mircea Eliade and Henry Corbin at Eranos, Princeton University Press 1999, para citar la última), tampoco hay duda de lo enriquecedores que debían resultar las conversaciones con un iranólogo como Corbin, un historiador de las religiones como Eliade o un estudioso de la mística judía como Scholem. En ambientes como el de Eranos se conservó y preservó una tradición espiritual tremendamente amenazada por un materialismo creciente en el mundo del entorno y por un nihilismo hueco. Su absoluta certeza de la grandeza del alma humana, en la que está impresa la imagen de Dios, convirtió a Carl Gustav Jung en ese puente que une las antiguas tradiciones con un futuro que no podrá seguir renunciando al hombre como un ser íntegro y total”. (5)
La interrelación entre la descripción de la Psicología Junguiana y la simbología masónica, ya ha sido advertida por el masón Juan Goldwaser de la Respetable Logia Simbólica La Fraternidad N º 63 de Tel Aviv (Israel) quien en su trabajo “Masonería y Psicología” señala:
“ La Logia de los Compañeros se sitúa en sentido figurado y según Jung, en la cámara central del Templo del Rey Salomón que representa el alma, con muchas características del inconsciente personal y ese trabajo en el Segundo Grado entraña un serio trabajo psicológico. Continuando con la terminología de Jung, la logia del Maestro Masón representa un modo general al inconsciente colectivo. Esta logia se encontrara “en la puerta de acceso hacia el sancta sanctorum”, la parte de la psique que esta en íntimo contacto con el cuerpo. Glosemos a Jung afirmando que el trabajo en los planos superiores de esa estructura psicológica, puede abrir la conciencia del individuo para considerar la omnipresencia de la divinidad. El ritual, pleno de positivos conceptos intelectuales, es un verdadero desafío para que los mismos se experimenten en la realidad del mundo profano e integren la conciencia de aquel que busque el real significado de ser masón”.
CONVERSACIONES EN LENGUAJE MASONICO
Ciertos dichos de Jung, que resultan entre sorprendentes e incomprensibles para los profanos, son diáfanos por alguien avanzado en el campo iniciático. Así el escritor Colin Wilson (6) explica que no puede entender la repuesta dada por el sabio suizo a Charles Lindbergh y al Gral. Spaazt (de la fuerza aérea norteamericana) mientras discutían sobre la naturaleza de los ovnis:
“Hay una gran cantidad de cosas que están sucediendo en la tierra, sobre las cuales Ud. y el Gral. Spaatz no tienen idea”.
Antes de seguir, conviene recordar que un antiguo documento masónico, de entre los que todavía se conservan (Edimburgo, 1638) afirma:
“Pues lo que prevemos no es evidente, ya que somos hermanos de la Rosa Cruz ; tenemos la Palabra del Masón, y la clarividencia, lo que va a pasar podemos predecir correctamente”.
Ahora aclaremos lo que Colin Wilson ignoraba. El diálogo entre Jung, Spaazt y Lindbergh no puede entenderse si, primero, no conocemos que el mismo está sucediendo entre tres destacadísimos masones que hicieron historia con sus vidas quedando inscriptos en las páginas recientes de la Historia del Siglo XX: C. G. Jung, Charles Lindbergh y Carl Spaatz.
Lindbergh fue el aviador solitario que cruzó el Atlántico, en una proeza que llevó a la tumba a sus antecesores. Un hombre controvertido e influyente en la política de su tiempo. De acuerdo a la información oficial proporcionada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Carl Spaatz fue promovido a general el 11 de marzo de 1945. En julio asume el comando de la U. S. Air Forces in the Pacific, con sede en Guam. Luego, es el supervisor de los aspectos estratégicos finales para el bombardeo a Japón con los B 29, incluyendo las dos misiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Queda en claro que el sabio suizo estaba hablando con dos hombres muy especiales. Y lo hacía en el protegido lenguaje de los iniciados.
FREUD / JUNG, ¿RAZONES MASONICAS PARA UN ALEJAMIENTO?
Es bien conocido que tras los años (1908/1913) de intenso y fecundo trabajo en conjunto (hubo tiempos en que intercambiaron cartas todos los días y, hasta, varias en una misma jornada), Sigmund Freud (1856/1939, padre de la moderna Psicología de lo Inconsciente y creador del Psicoanálisis) y Carl G. Jung (primero su privilegiado discípulo y posterior disidente, amplificador de los hallazgos freudianos), se distanciaron de manera abrupta y desagradable. Mucho se ha escrito y dicho sobre esto. Lo que no se dice es que ambos eran miembros de la Masonería, y quizás sus orientaciones dentro de ella también tuvieron su influencia. (7)
Tras poner Freud en marcha la Asociación Psicoanalítica Internacional, la primera presidencia recayó en Carl Gustav Jung, masón como él pero de distinta vertiente. El Maestro de Viena diría años después que esa elección resultó desgraciada. Y efectivamente lo fue. Pero, según entendemos, no por lo que suele afirmarse desde la historia del movimiento psicoanalítico, sino porque Sigmund Freud – un claro exponente de lo que puede llamarse la vertiente masónica racional – encontró en Carl Gustav Jung a un claro exponente de la vertiente masónica esotérica. Jung – por ejemplo – no vacila en explicar que las sociedades secretas pueden ser a veces un adecuado paso intermedio en el camino de la individuación, sobre todo en una época en que el individuo se encuentra amenazado por el anonimato.
El Maestro de Viena tenía un sincero y especial interés en colocar al psicoanálisis bajo la protección del respeto académico como una manera de conseguir su más rápida aceptación. Para Jung lo que importaba era desarrollar un modelo de trabajo psicoanalítico que, decididamente, sirviera a quien se sometiera a este método tal como si se tratara de un proceso iniciático y que, por ende, permitiera alcanzar resultados ciertamente transformadores. A esto Jung lo denominó “proceso de individuación”.
La última carta importante que el sabio suizo escribe a Freud (18/12/1912) incluye un párrafo que ha llamado la atención de algunos historiadores del psicoanálisis (8). Su esclarecimiento requiere remitirse al lenguaje masónico.
“… mi estimado profesor, mientras Ud. transmita este tipo de cosas, no doy un rábano por mis acciones sintomáticas; ellas desaparecen ante el formidable rayo de luz de mi hermano Freud.”(9)
“… el formidable rayo de luz de mi hermano Freud.” Solamente en clave iniciática – y, más todavía, masónica – puede entenderse en su cabal amplitud lo que ambos “hermanos” se están transmitiendo. El “rayo de luz” que conduce a la comprensión trascendente. Los “hermanos” tienen perfecta consciencia de haber recibido “la luz”.
Fuente: Dr. Antonio Las Heras
Referencias bibliográficas.
(1) ALBERTI, Sonia. Pequeño Informe del Coloquio: Los Estados Generales del Psicoanálisis. www.estadosgerais.org
(2) LAS HERAS, Antonio. Manual de Psicología Junguiana. Editorial Trama, Buenos Aires, 2008
(3) VON FRANZ, Marie-Louise. C. G. JUNG Fondo de Cultura Económica. México, 1982
(4) ELIADE, Mircea. «Rencontre avec Jung», Combat, París, 9 de octubre de 1952
(5) CIRLOT, Victoria. “Carl Gustav Jung. Ese gran constructor”. Revista Virtual de Cultural Lateral, septiembre de 2.000 Nº 69, España.
(6) WILSON, Colin. Carl G. Jung Señor del mundo subettáneo. Urano, Barcelona, 1988
(7) LAS HERAS, Antonio. Sociedades secretas. Masonería, templarios, rosacruces y otras ordenes esotéricas. Colección Anima Mundi. Sello Alhué. Editorial Albatros, Buenos Aires, 2005
(8) RODRIGUE, Emilio. Sigmund Freud. El Siglo del Psicoanálisis. Sudamericana, Buenos Aires, 1996
(9) McGUIRE, William (Org.) A Correspondencia Completa de Sigmund Freud e Carl G. Jung. Imago, Río de Janeiro, 1993