DDHH como patrón de conducta

Diciembre de 1948: el mundo terminaba de salir dolorido y traumatizado de la II Guerra Mundial, un gran conflicto planetario que a su vez estuvo precedido por una prolongada depresión económica, unida al auge de los totalitarismos y todo su cortejo de persecuciones y horrores. En este ambiente sombrío, la Asamblea General de las Naciones Unidas, una naciente organización mundial que en ese momento apenas contaba con sesenta Estados miembros, se reunió en París, en el palacio de Chaillot -actual sede del Museo del Hombre-. De esa asamblea surgieron dos documentos que, junto con la Carta fundacional de las Naciones Unidas, representaron un nuevo punto de partida, desde una perspectiva política, jurídica y moral, para el mundo de la posguerra: la Convención contra el Genocidio (9 de diciembre) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre).
A lo largo de su más de medio siglo de vigencia, la Declaración… se ha enfrentado a las mismas dificultades que otros textos fundacionales del orden internacional de nuestros días. Sus disposiciones han sido ignoradas tanto en el plano interno -según hicieron las incontables dictaduras de la segunda mitad del siglo XX- como también en las disputas entre Estados, más mortíferas en muchas ocasiones para las poblaciones civiles e indefensas que para los propios contendientes. Leamos la realidad actual de algunos de sus artículos:


Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. 
En los países en desarrollo nacen cada año más de 20 millones de niños con insuficiencia de peso. Alrededor de 923 millones de personas se encuentran en situación de subalimentación en el mundo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Doscientos millones de familias malviven con el presupuesto de un dólar diario; 100 millones de personas lo hacen con 50 céntimos al día y morirán si no se actúa con urgencia. Más de mil millones de personas del Tercer Mundo ni siquiera tienen acceso a agua potable. De los más de 30 países que se enfrentan a graves carencias alimenticias, al menos 24 son africanos. En la imagen, dos chicos de la tribu Xhosa en Suráfrica, con sus cuerpos decorados para el rito de pasaje que les convertirá en hombres, tras ser circuncidados y permanecer un tiempo aislados sin comida ni bebida. Todavía mueren algunos durante el trámite.


Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole. (…)
Asha Ibrahim tenía 14 años cuando murió lapidada en Somalia en octubre de este año; había sido condenada por mantener relaciones sexuales sin estar casada tras ser violada por tres hombres. Una de cada tres mujeres ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o maltratadas a lo largo de su vida, según Amnistía Internacional.


Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
El año pasado fueron asesinadas legalmente al menos 1.252 personas en 24 países, y otras 3.347 fueron condenadas a muerte. Amnistía Internacional estima que entre 18.000 y 27.000 personas siguen condenadas a la pena capital en todo el mundo; por el contrario, al menos 128 países han abolido este castigo en su legislación o en la práctica. En los últimos 18 años, 40 personas han sido ejecutadas por delitos cometidos cuando tenían menos de 18 años.


Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. (…)
Amnistía Internacional ha documentado 45 países donde existen presos y presas de conciencia detenidos. La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), calificada como ilegal por el Gobierno de la isla, tiene registrados 219 casos de presos políticos y posiciona a la autoridad de su país como que “mantiene la mayor cantidad a escala planetaria, en cifras absolutas, de prisioneros de conciencia adoptados por Amnistía Internacional”.


Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. (…)
A 21 de marzo de 2007, Reporteros Sin Fronteras calculaba la existencia de 137 periodistas y 60 ciberdisidentes encarcelados por hacer su trabajo. Esta organización ha registrado desde 1992 la muerte de 500 periodistas asesinados por mafias o sicarios de políticos corruptos. Amnistía Internacional denuncia que en 77 países se restringe la libertad de expresión y prensa. Irak, donde han muerto asesinados 212 periodistas desde 2003, es el país más letal para ejercer esta profesión. 
La paradoja que ha hecho de la Declaración un texto excepcional es que las incontables violaciones que ha padecido, y que, por desgracia, sigue padeciendo, según pudimos constatar, no han impedido que se consolide como un referente moral de nuestro tiempo y como un imperativo capaz de trascender las fronteras y las ideologías.


No existe Constitución democrática posterior a 1948 que no se haya inspirado en sus artículos. Como tampoco se sabe de muchas dictaduras que se hayan atrevido a rechazarlos abiertamente, sin recurrir a subterfugios que van desde la celosa ocultación de las violaciones de los Derechos Humanos a la elaboración de teorías sobre la necesidad de interpretar la totalidad de la Declaración en virtud de las diversas tradiciones. 
Diciembre de 2009: Los 60 años transcurridos desde su aprobación no han hecho envejecer un texto que contiene el más noble legado de una época trágica. La Declaración Universal de los Derechos Humanos sigue vigente y debe seguir estándolo, como aspiración y también como exigencia. Hemos de verla, por tanto, como un patrón de conducta y como un reto constante para todos nosotros, en cuanto ciudadanos de nuestro propio país y del mundo entero. “El hombre es un fin en sí mismo y no un medio para los fines de otros” (Ayn Rand, La Rebelión de Atlas).


Christian Gadea Saguier

Blog Los Arquitectos

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