Diálogo abierto con el doctor Milton Egaña
A poco más de un año se vive un punto álgido en el desarrollo de la crisis sanitaria en nuestro país, pues hemos llegado a peaks de contagios diarios superando los 9 mil casos en un día hace algunas semanas.
La situación no solo es preocupante a nivel de casos confirmados, sino que también por el nivel de ocupación de camas críticas a nivel nacional, pasando fácilmente el 90% de ocupación en muchos sectores del territorio nacional.
En el Diálogo Abierto de esta semana conversamos con el doctor MILTON EGAÑA DARRICARRÈRE, médico cirujano de la Universidad de Chile, docente de la Universidad Andrés Bello, ex director del Hospital de San Antonio y actual funcionario del servicio de urgencias del Hospital Claudio Vicuña de San Antonio, quien dio a conocer sus perspectivas sobre el grave contexto sanitario del país.
Entrevista de Gabriel Palma Garrido
IL.- Estamos atravesando una etapa crítica en este periodo de pandemia. ¿Qué fallos se cometieron a nivel gubernamental y/o social y que nos llevaron a este punto?
ME.- En Chile estamos viviendo una segunda ola en pleno desarrollo. Las cifras lo posicionan entre el grupo de países con tasas de contagio y de muertes más altas a nivel mundial.
Dentro de los fallos a nivel gubernamental que nos han llevado a este estado, yo consideraría en primer lugar una deficiente implementación del sistema de trazabilidad, qué consiste en identificar los enfermos y sus contactos estrechos prontamente, para que sean aislados y no sigan propagando la enfermedad. Lamentablemente, este déficit estuvo presente desde el comienzo de la pandemia.
En segundo lugar, han existido discursos contradictorios de parte de las autoridades, porque por un lado hay un llamado a la importancia de la restricción del desplazamiento, como los que se establecen en el programa paso a paso, pero por otro lado se dan libertades para el desarrollo de comercio no esencial, apertura de gimnasios, apertura de casinos, permisos para los desplazamientos durante las vacaciones. Esto ha evidenciado la permanente contradicción de las autoridades entre la prioridad del aspecto sanitario versus el aspecto económico. Esto sumado a características socio-culturales de nuestra población, entre las que destacan una pérdida de confianza en las instituciones, particularmente las políticas, y un elevado porcentaje de trabajos informales. Este último aspecto, junto a deficientes políticas de apoyo económico a los sectores más vulnerables, determina una presencia de las personas en las calles, haciendo caso omiso de las restricciones de desplazamiento. Ejemplo de ello es el comercio informal, callejero, que no ha detenido su ritmo habitual.
IL.- En este período hemos tenido dos ministros de salud que han tomado las riendas de las decisiones sanitarias del país. Según su percepción, ¿cómo ha sido el manejo del gobierno en este año de crisis?
ME.- Desde el punto de vista de la gestión sanitaria de ambos ministros, siento que han puesto su mayor esfuerzo en tratar la enfermedad y en esto creo que han sido relativamente eficientes. Así se expresa en la elevada dotación de ventiladores mecánicos que ha permitido incrementar las Unidades de Tratamiento Intensivo (UTI), en forma significativa a lo largo de todo el país, aunque sea reconvirtiendo camas, postergando y desplazando otras actividades electivas, como las cirugías. Sin embargo, hay un descuido desde el punto de vista de la salud pública, al descuidar la importancia de la prevención, es decir, evitar la aparición de la enfermedad. Esto se lograría fortaleciendo la red de atención primaria, educando y robusteciendo un equipo masivo y activo en la trazabilidad de los casos. Ello coordinado con políticas públicas de apoyo y fiscalización para un aislamiento efectivo. Cuando se compara con experiencias exitosas como las vistas en China, Corea, Nueva Zelanda, Australia, por mencionar algunos países, se evidencia que el mayor esfuerzo fue preventivo. Por ello hoy nos muestran cifras de pandemia controlada.
IL.- El proceso de vacunación en Chile ha sido reconocido en todo el mundo. ¿Cómo calificaría usted este proceso?
ME.- El proceso de vacunación en Chile ha sido tremendamente exitoso y eso debe reconocerse. Sin embargo, esto es producto a que Chile, desde la implementación del Servicio Nacional de Salud en la década de los cincuenta del siglo pasado, ha tenido una cultura de vacunación con equipos muy entrenados, por un lado, y una población que valora mucho este programa por otro. Esto ha permitido la rápida y eficiente implementación de la vacunación. Se debe agregar que complementado con una también efectiva negociación, realizada precozmente con los proveedores de la vacuna.
Sin embargo, ha habido segmentos de la población que han descansado en esta estrategia de vacunación, abandonando las medidas preventivas que han sido demostradas como las más efectivas (distanciamiento, mascarillas y lavado de manos). No debe olvidarse que la vacunación requiere un proceso, que solo va a estar completo cuando se haya vacunado sobre el 80% de la población, situación que ocurrirá entrado el segundo semestre de mantenerse el actual ritmo. En el intertanto, los segmentos de la población no vacunados, como son las personas más jóvenes, siguen estando tan vulnerables como siempre.
Esto se ha visto reflejado en las curvas de contagio de las últimas semanas, en que se ha visto un creciente aumento de población joven en las UTI, hospitalizaciones y muertes. Los mayores han tenido una curva descendente de varias semanas por la sumatoria del efecto de la vacunación y una mayor incorporación de las medidas preventivas.
IL.– Respecto al mismo punto, ¿considera usted que los movimientos anti-vacunas han sido perjudiciales para este proceso?
ME.- Efectivamente han sido muy perjudiciales. Detrás de algunos de ellos hay una estructura mental fanática, sostenedora de teorías conspiracionistas, y muchos de ellos no dudan en usar estrategias comunicacionales tipo fake news. Pero afortunadamente, de acuerdo a los estudios que se han hecho, han ido disminuyendo en cantidad a lo largo del año. Cada vez son menos las personas que lo suscriben. En Brasil y EEUU destacados influencers anti vacunas y negacionistas de la pandemia fallecieron por COVID 19. Organizaban fiestas y animaban a que todos se aglomeraran, sin hacer caso a las advertencias, además de negar el valor de las vacunas. El resultado de su acción ahorra comentarios.
IL.- ¿Qué deberíamos aprender, como sociedad, de esta pandemia?
ME.- En primer lugar, que estamos en un planeta tremendamente globalizado e interconectado, y no solo desde el punto de vista económico, sino que en todos sus aspectos: ambiental, cultural y como el que estamos viviendo con esta pandemia.
Esta estrecha interrelación debiera hacernos tomar conciencia que lo que afecta a un miembro de la humanidad afecta a la humanidad completa y a su entorno ambiental. Esto debiera permitirnos desarrollar una humanidad que sea más fraterna, que desarrolle un pensamiento holístico, sistémico. Todos formamos parte de un todo global, integrado, de todos los seres vivientes y el ambiente en que se desarrollan. De tal modo, esto debiera también conducirnos a sensibilizarnos y hacer esfuerzos por mejorar las condiciones de equidad en forma global. Si el más vulnerable y abandonado de los humanos mejora su condición, por efecto sistémico mejorará toda la humanidad.
Lo anterior debe instalar en la conciencia de todos la necesidad de hacer todos los esfuerzos a nuestro alcance para mejorar las condiciones de distribución de la riqueza, lo que impactará en mejorar aquellos factores determinantes de la salud de las personas, sean sociales, económicos o ambientales. Esta pandemia ha puesto en evidencia que los sectores más dañados por la pandemia son aquellos que se encuentran más postergados de las obras de la humanidad. El desafío es complejo.
IL.- ¿Considera usted que en la nueva constitución se debería asegurar el acceso a un sistema de salud de calidad?
ME.- Por supuesto que es uno de los elementos que debe estar presente: acceso y oportunidad en los aspectos preventivos y asistenciales. Pero, además, debe ser con garantía de calidad y costo adecuado al 100% de la población. Para lograr esto se requiere una nueva ética, sin trabas axiológicas ni ideológicas. El acceso, oportunidad y las garantías deben ser universales. Considerar la salud como un derecho desde el nacimiento. Un recién nacido no puede estar expuesto a mayor mortalidad ni morbilidad dependiendo de la comuna en que nació, ni del poder adquisitivo de los padres. Es persona y debe ser tratado como un igual.
Sin perjuicio de la garantía universal de lo expresado, podrán existir alternativas privadas, pero estas de ninguna manera pueden significar una diferencia significativa en la calidad, oportunidad, ni accesibilidad a una buena atención de salud. Lo mismo debe ocurrir con todas las acciones preventivas. Estas deben ser universales. Y debe ser la garantía del Estado quien las provea.
IL.- ¿Hay algo de lo cual quiera referirse, aunque no haya sido preguntado, que sea un mensaje para nuestros lectores?
ME.- La libertad de elección es legítima siempre y cuando se produzca sobre una línea garantizada para todos. Al igual que la salud, debe darse lo mismo en la educación. Y el garante de ello debe ser el Estado con calidad, eficiencia y eficacia.
(Nota de los Editores. La presente publicación de la revistas chilena “Diálogo Abierto”, se considera interesante no sólo para su país, sino también para el problema en Latinoamérica. Fuente, revista Iniciativa Laicista).