Presentación de la obra del profesor Javier Alvarado titulada ‘Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia’ y que trata sobre la intrahistoria de la masonería como organización iniciática propiamente occidental.
Desde hace 300 años los masones se llaman a sí mismos hijos de la Acacia porque este árbol, al tener la hoja perenne, simboliza la inmortalidad. En este sentido, fue un notable hallazgo el que en 1717 una asociación civil asumiera como finalidad la mera reunión fraternal de personas de toda religión, raza o clase social y que, convencidos de la existencia de Dios, acordaran debatir sobre todo tipo de asuntos relacionados con el mundo del pensamiento, el arte, la filosofía, en fin, la cultura, con prohibición expresa de tratar asuntos políticos o religiosos.
Los masones se llaman a sí mismos hijos de la Acacia porque este árbol, al tener la hoja perenne, simboliza la inmortalidad
No obstante, si esta hubiera sido la finalidad de la masonería, seguramente que hubiera acabado por encontrar una favorable acogida en todos los países. Entonces ¿por qué fue prohibida en numerosos Estados? ¿Por qué fue y sigue siendo condenada por diversas confesiones religiosas cristianas, musulmanas y judías? ¿Acaso por su juramento de secreto? ¿Tal vez por conspirar contra el Trono y el Altar con la oculta finalidad de imponer una República Universal al servicio de la franc-masonería?
Juramento del neófito, publicado en «Assemblée des Francs-Masonspour la Réception des Apprentifs», de Léonard Gabanon (Louis Travenol, circa 1740, procedente del libro: Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia ).
Rito de elevación al grado de maestro masón. El maestro Hiram es acostado en el centro de la logia, la cara cubierta con un paño de lino negro, mientras los otros compañeros esperan tumbados su turno para ser regenerados (litografía de la segunda mitad XVIII, procedente del libro: Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia ).
Decoración de la logia en el grado 30º del rito Escocés Antiguo y Aceptado (acuarela circa 1820, ms.7834 Biblioteca Nacional de Madrid, procedente del libro: Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia ).
Dado que durante los siglos XVIII y XIX fueron masones la mayoría de los monarcas de Europa y buena parte de la nobleza titulada que ocupaba los más altos cargos políticos ¿cómo imaginar que tales monarcas, como jefes de Estado de sus respectivos territorios, pudieran participar en una revolución que buscaba destronarles?
Igualmente, a la vista de los cientos de sacerdotes católicos masones, muchos de ellos cardenales y obispos (entre ellos el sacerdote Jean Marie Gallot de Laval, guillotinado en 1794 por negarse a jurar la constitución civil del clero y luego beatificado por el papa Pío XII en 1955) resulta inexacto acusar a la masonería de conspirar contra la Iglesia católica ¿Qué sentido tendría que los obispos masones se prevalieran de su posición en la diócesis para conspirar contra la Iglesia, es decir contra sí mismos?
Para muchos, la masonería fue una sociedad secreta al servicio de organizaciones republicanas, izquierdistas y anticlericales. No obstante, la presencia de nobles en las logias, con su perfil conservador, monárquico y católico, plantea una inquietante paradoja. Pero, por otra parte, quienes consideran que la masonería fue una organización conservadora, se encuentran con la paradoja de que hayan militado en sus filas famosos anarquistas y socialistas. Y quienes la tachan de atea, agnóstica o anticlerical, la existencia de cardenales y obispos con mandil constituye una prueba palmaria de la imprecisión de sus juicios.
La masonería, más que una sociedad secreta, fue una sociedad con secretos
En rigor, más que una sociedad secreta, fue una sociedad con secretos, con el mismo derecho a ellos que el que asiste a sacerdotes, periodistas, abogados, empresarios (secreto de confesión, secreto profesional, acuerdos de confidencialidad, patentes, etc.).
¿Había algo en el secreto masónico que justificara las prevenciones de los Estados y de la propia Iglesia católica contra la masonería?
En realidad, la investigación del profesor Javier Alvarado sobre los príncipes de la Acacia constituye un pretexto para exponer los entresijos de la masonería europea de los siglos XVIII y XIX. A lo largo de sus dos volúmenes se aborda con rigor la intrahistoria de la masonería; el origen de la masonería, las peleas entre antiguos y modernos por la pureza del ritual, la leyenda de la supervivencia de los templarios en Escocia y su afloramiento en el XVIII, el problema de los Superiores Desconocidos, el origen del grado de maestro masón y desarrollo de los altos grados, la crítica feroz de muchos dignatarios masones de la época a ciertos altos grados relativos a la venganza hiramita y templaria, la presencia del gnosticismo en el grado rosacruz, las influencias de los rituales caballerescos medievales en las ceremonias masónicas, etc., etc.
Especial interés tiene el capítulo dedicado a los cardenales y obispos masones y al estudio de los rituales de los altos grados. Seguramente es, hasta el presente, el análisis histórico-crítico más detallado y riguroso sobre ciertos altos grados masónicos.
INFORMACIÓN LIBRO
Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia publicado por la editorial Dykinson, 1260 páginas y 160 ilustraciones en color, muchas de ellas inéditas.
Javier Alvarado es catedrático de Historia de las Instituciones en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid) en donde dirige desde hace años el Master de Historia de la masonería y también el Museo Virtual de Historia de la Masonería, que sigue siendo la web sobre historia de la masonería más visitada en el mundo en idioma español.
Fuente: Arsgravis