Nota de los Editores: Nos permitimos acompañar parte de un extenso artículo aparecido en un diario digital chileno, que consideramos absolutamente absurdo. Creemos también que refleja una visión dogmática de la problemática en latinoamérica, que estimamos se debe conocer en nuestras relaciones librepensadoras.
Además hacemos nuestras algunas frases del artículo Ordo ab Chao, publicado en nuestro portal, que dice: “El homo sapiens es una especie de la posverdad, cuyo poder está basado en crear ficciones y creer en ellas”. “Somos los únicos mamíferos que podemos inventar relatos de ficción, difundirlos y convencer a millones de personas para que crean en ellos”. “Desde hace muchos siglos millones de cristianos se encerraron en una burbuja mitológica que se refuerza a sí misma”.
Todos, tanto laicos, como creyentes –incluidos incluso los terrenales economistas–, deberíamos estar profundamente preocupados ante lo que ha estado aconteciendo en nuestro país desde el 18 de octubre de 2019, respecto a las amenazas a la libertad religiosa. Como lo indica la declaración vaticana Dignitatis Humanae, debemos defender esta libertad civil esencial y condenar tajantemente la violencia que la amenaza en Chile, ya que ella es uno de los pilares fundamentales de la dignidad humana.
Se ha publicado recién una pésima noticia para el país, la que, sin embargo, ha pasado inadvertida en nuestra polarizada y sobrecargada agenda política: Chile por primera vez fue clasificado en un “grupo de observación”, que advierte sobre las amenazas religiosas debido a la constante quema de iglesias durante la crisis social.
Esta problemática realidad ha sido alertada en el nuevo informe sobre libertad religiosa en el mundo, publicado por la fundación alemana Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN). La ACN genera este reporte respecto de la libertad religiosa en el mundo desde 1999. Por primera vez desde que se tienen mediciones, desde dicho año, Chile aparece como un país en donde la libertad religiosa se ve amenazada y vulnerada.
Por primera vez desde el retorno de la democracia, Chile ha retrocedido en materias de sus libertades de conciencia, de expresión y religiosas. Según el informe, esta es la primera vez que el país aparece en aquella lista de países en los cuales las creencias religiosas y sus prácticas se están viendo amenazadas. Desde octubre de 2019, el estudio contabiliza al menos 59 iglesias saqueadas, destruidas, quemadas, vandalizadas, etcétera. Cincuenta y tres de ellas católicas y seis evangélicas.
Entre los actos de violencia que señala el estudio se cuentan incendios, saqueos, profanaciones, interrupción de servicios religiosos y daños en puertas y verjas de iglesias. De hecho, para “conmemorar” el primer “aniversario” de las protestas ocurridas desde el inicio del estallido social, el 18 de octubre del 2020, manifestantes incendiaron dos iglesias emblemáticas de Santiago. La primera en arder fue la iglesia de San Francisco de Borja, posteriormente quemaron la Iglesia de la Asunción, que es uno de los templos más antiguos de la capital, con más de un siglo y medio de antigüedad.
En resumen, y como lo ha señalado María de los Ángeles Covarrubias, presidenta de la ACN en el país: “Chile se encuentra en el grupo llamado ‘de observación’, categoría en que se ubican las naciones en las que se han manifestado factores de reciente aparición y que preocupan, porque podrían conducir luego a una degradación de la libertad de religión”. Es interesante mencionar que países de Iberoamérica se encuentran en esta triste realidad, tales como Guatemala, Haití, Honduras, México, entre varios otros.
Chile pareciera haber rápidamente involucionado, a punta de una ciudadanía barbárica e irrespetuosa de las libertades más básicas, para colocarse dentro de aquel trágico grupo de países con Estados débiles o fallidos.
Fuente: Diario El Mostrador
por Pablo Paniagua – 30 abril, 2021